Gastronomía
Variada y contundente, dulce o picante, siempre sabrosa, así es la gastronomía iqueña, una perfecta combinación de elementos de la cocina criolla y cierta influencia africana, que tiene su origen en la época colonial, cuando numerosos esclavos negros arribaron para trabajar en los campos de la región.
Uno de los platos más representativos de la gastronomía iqueña es la carapulcra, un exuberante guiso de papa sancochada (seca o fresca), con trozos de cerdo y gallina, ají panca y mirasol, ajos y maní molido. Se suele acompañar o combinar con la popular sopa seca, tallarines con pedazos de gallina, aderezado con achiote, perejil, albahaca y especies diversas.
Por su excelente sabor, esta famosa combinación conocida por algunos como mancha pecho, ha trascendido las fronteras regionales, para convertirse en uno de los platillos clásicos de la comida peruana.
Igual de apreciados son los pallares, una menestra de grano largo que es casi infaltable en la alimentación cotidiana iqueña. Con ellos se prepara la morusa (puré con asado de res o cerdo) y el picante, un delicioso guiso con leche, huevo y queso fresco.
Una buena comida en Ica debe de estar acompañada de una copa de vino o del reverenciado pisco, el famoso aguardiente puro de uva, considerado como la bebida nacional del Perú. Desde la época colonial, los tintos, blancos, semisecos o la popular cachina (mosto fermentado), producida en las bodegas de la región, son muy apreciados en todo el país.
Picantes, dulces o salados, la cautivante cocina iqueña es un crisol de sabores que, como la raza peruana, tiene de inga y mandinga. Y eso hay que agradecerlo.
Postres típicos:
Tejas: dulce tradicional hecho con limón seco, higos o pecanas, relleno con manjar blanco y con una cobertura de caramelo y azúcar.
Chapanas: dulces de harina de yuca y chancaca.
Bebidas tradicionales:
Pisco: aguardiente de uva, licor originario del Perú y producto bandera.
Cachina: licor a base de mosto de uva fermentada.
En cuanto a las bebidas, los vinos y el pisco son excluyentes. Ica es una tierra afamada por la calidad de su industria vitivinícola, por lo que degustar una copita puede ser un placer inimaginable.
Los vinos tintos, blancos o semisecos, la cachina (mosto fermentado de uva, infaltable en la fiesta de la vendimia) y el peruanísimo pisco (un arguadiente puro de uva), son argumentos suficientes para confirmar la fama de las bodegas iqueñas.
Y si a dulces se refiera, Ica es la cuna de las tejas, riquísimos dulces a base de pecanas, higos o limones confitados, rellenos con manjar blanco, o el dulce de pallar, a base de pallar sancochado, leche, vainilla y ajonjolí.
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